He leído en LA GACETA (02 y 03/11), los conflictos que hay en el Valle de Tafí (El Mollar) por el agua potable. Pero en las villas turísticas del valle no solo hay problemas con el agua y la tenencia de la tierra; también existen amenazas, riesgos e impactos debido a las actividades antrópicas que se realizan sin planeamiento ni control. El valle es un ecosistema donde los componentes bióticos (vegetación y fauna) y abióticos (aire, suelo y agua) se encuentran vinculados e interrelacionados en un equilibrio dinámico. Las acciones humanas que se desarrollan en el valle, si no son evaluadas y controladas, afectan de modo significativo o irremediable el ambiente, al impactar sobre el agua, el suelo, el aire, la flora, la fauna, el paisaje, los patrimonios arqueológicos y arquitectónicos y los componentes humanos y culturales de la zona. Se deben tener en cuenta también los riesgos de desastres debido a aluviones, por falta de sistematización y control de las cuencas de los ríos Blanquito, Las Puertas y Tafí. La amenaza mayor está en las márgenes del Blanquito, donde hay numerosas viviendas. Del ruido urbano, del tránsito vehicular caótico y desordenado mejor ni hablar. El intendente anterior y el actual han pretendido instalar una planta de selección y tratamiento de residuos sólidos urbanos  en los conos de deyección de los ríos mencionados, que tienen características aluvionales y torrenciales, como lo prueban sus historiales. En El Mollar funciona una planta similar, mal ubicada, operada y mantenida de modo ineficiente, negligente, que es un foco de contaminación del valle. Espero que prime el sentido común, que desistan de esta locura ambiental y busquen un sitio apto ambientalmente para su construcción. Siempre el turismo impacta negativamente sobre los ecosistemas y por ello es necesario que se realicen estudios multidisciplinarios para que se identifiquen y evalúen los impactos que sobre este gran ecosistema producen las actividades antrópicas. El valle es importante por sus recursos naturales, su paisaje, su clima y los servicios ambientales que brinda, y por ello las autoridades (intendente, Concejo Deliberante, comisionado comunal de El Mollar, el ETT, la SEMA), los caciques, los líderes y sus habitantes deben ser los más interesados  en que el valle se desarrolle de modo sustentable, para preservarlo.  La permisividad y la indiferencia, los hacen cómplices de su degradación. Una política ambiental, el ordenamiento del territorio y el planeamiento urbano ayudarían con este propósito (instrumentos que el municipio y la comuna no tienen).

Juan F. Segura

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